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> Berria: Erakusketak > PARIS SORTEA LA CENSULA DE PUTIN

  • París sortea la censura de Putin
  • La Maison Rouge francesa expone a los artistas rusos cuyas obras fueron prohibidas por el Ministerio de Cultura en Moscú
  • El Mundo, 2007-11-03 # Ruben Amon / Daniel Utrilla · Paris / Moscú



Vladimir Putin gobierna a la izquierda de Cristo y en presencia de Pushkin. Al menos, es cuanto sostienen trinitaria y vitriólicamente los Narices azules, sobrenombre de un dúo de vanguardia moscovita, formado por Slava Mizine y Alexandre Shabourov, que ha logrado parodiar la santidad del presidente y sortear a orillas del Sena la mano de la censura.


Sus obras se exponen en la Maison Rouge como símbolo pujante del arte contemporáneo ruso, pero no tendrían que estar colgadas en el museo parisino porque el ministro de Cultura, Alexander Sokolov, consideraba a los Narices azules, y a otros colegas, impropios embajadores de la patria.


El argumento material de semejantes restricciones son 19 obras «inaceptables». Incluido un cuadro gigantesco que inmortaliza a dos policías rusos besándose en el idilio de un paisaje nevado de abedules.


Que a los gays de Moscú no quiere verlos ni en pintura, era cosa conocida. La sonada cruzada del alcalde moscovita, Yuri Luzhkov, contra los homosexuales (a los que llama «satanistas» y a los que dispersa cada vez que intentan manifestarse) no tiene parangón en Europa y parte de Eurasia. El problema es que la acentuada homofobia de las autoridades ha terminado plasmándose en su ánimo censor.


La historia nos la explica atónita Paula Aisenberg, directora de la Maison Rouge y víctima colateral de las actuaciones inquisitoriales: «La idea de hacer la exposición de última vanguardia rusa provino de una visita a la bienal de Moscú. Nos llamó la atención una muestra específica sobre el arte político desde 1970 hasta nuestros días. Y acordamos con la galería Tetriakov traérnosla tal como se había expuesto en la capital rusa».


La sorpresa sacudió a los organizadores parisinos cuando supieron que no viajarían 19 cuadros. Tampoco habría representación alguna de los Narices Azules, culpables de haber pintado el beso gay y de haber concebido otras obras a contracorriente del idealismo putiniano.


«Era un caso de censura», explica Paula Aisenberg. «Nos parecía insólito que un funcionario impidiera exponer en París las obras que sí podían verse en Moscú. Interpretamos, por tanto, que se estaba coartando la libertad de expresión y que se estaba incurriendo en comportamientos peligrosos del pasado».


Las cuestiones «geoartísticas» y éticas no eran las únicas que se le planteaban a la Maison Rouge. También existía el riesgo arrebatar a la exposición los movimientos contemporáneos más interesantes.


Empezando por los Narices azules, cuyas obras trivializan la soldadesca, mistifican la sodomía y caricaturizan el paternalismo de Vladimir. «No podíamos aceptar la censura», añade Aisenberg. «Aceptamos las restricciones de la galería Tetriakov, pero decidimos arreglárnoslas por otros caminos para conseguir la representación de estos artistas boicoteados. No fue difícil contactar galerías ni dar con las pinturas que pertenecen al repertorio de los emergentes coleccionistas rusos». Y ahí están.


Pero el regate o el atajo no le importan al Ministerio de Cultura ruso tanto como que los artistas sometidos a las reglas inquisitoriales se presentaran en París para participar en una exposición institucional.


Es un matiz con olor a naftalina y con sabor a vodka añejo, aunque la iniciativa ha sido insuficiente evitar que el cuadro de los policías homosexuales (La era de la misericordia, 2004) se haya expuesto finalmente en la capital francesa. Aunque no ha sido en la Maison Rouge, sino en la recién concluida Feria Internacional de Arte Contemporáneo (FIAC) para satisfacción de los Narices Azules.


El éxito cosechado se añade a la sopresa que debe producirles reencontrarse en París con el cuadro de Putin, Cristo y Pushkin. Ya había sido «detenido» el pasado marzo en la frontera cuando viajaba camino de una exposición de Dresde, pero no todos los policías de aduanas tienen el mismo criterio o el mismo olfato.


Artistas sin miedo contra la ortodoxia resucitada
Entre las obras que no lograron pasar el visto bueno de Moscú hay varias de tema gay, como un fotomontaje del grupo PG de la serie Gloria a Rusia en la que un oficial de policía sodomiza a un subordinado. Tampoco fueron admitidas algunas fotografías satíricas de la serie Maski show, en una de las cuales aparecen varios hombres en calzoncillos con caretas de Bush, Vladimir Putin y Bin Laden. Pero pese a haber sido censuradas, las imágenes llegaron a París a través de internet.


Conocido por su acidez irreverente, el grupo Narices azules presenta un generoso expediente de irregularidades. No en vano, algunos de sus iconos satanizados (como uno que representa a una terrorista chechena con las faldas flameando a lo Marylin Monroe) ya fueron expuestos este año en el museo Sajarov de Moscú en una muestra que reunió cuadros y fotografías censuradas en la época soviética y que fue tachada de «sacrílega» por la Iglesia Ortodoxa rusa.


El arte de la provocación halló en los años 90 sede en Rusia, donde jovenes artistas arremetieron contra la ortodoxia resucitada. El comité de censura de la URSS ya ha dejado de morder, pero ahora se impone otro tipo de censura por parte de galeristas, presionados por las autoridades políticas y religiosas. Superada la crisis económica de la transición, Rusia quiere sacar brillo a su imagen exterior y repudia las obras políticamente incorrectas.

> Berria: Artea > EL BESO CENSURADO POR PUTIN

  • El beso censurado por Putin
  • El País, 2007-10-23 # O.M. · París

Fotografía de Blue Noses Group


Dos de las obras previstas en la exposición Sots art: art politique en Russie, inaugurada en París, han visto prohibida su exportación temporal por el actual Gobierno ruso. En una, dos policías se besan. En la otra, aparecen Hitler, Stalin y Mao como grandes esperanzas de la humanidad.


El sots art, equivalente soviético -y después, ruso- del pop art americano sólo que con una dimensión política explícita, se apropia de las imágenes y los lemas del discurso político para convertirlos en grotescos. El movimiento nació en 1972 en el apartamento de dos moscovitas, Vitaly Komar y Alexandr Melamid, y estuvo perseguido durante más de una década hasta la llegada de la perestroika.

> Berria: Homofobia > RUSIA: OFENSIVA ANTIHOMOSEXUAL

  • Ofensiva antihomosexual en Rusia
  • Ortodoxos purifican las aguas del Moskova tras haber sido surcado por un barco con pasajeros gays
  • El Diario Vasco, 2007-06-25 # Rafael M. Mañueco · DV · Moscú

Un peculiar vía crucis tuvo lugar ayer en Moscú. Se hizo a través del río Moskova, a bordo de un barco panorámico. Tomaron parte unos 200 jóvenes pertenecientes a la llamada Unión de Hermandades Ortodoxas, estructura que agrupa multitud de organizaciones ultraconservadoras y de corte nacionalista. Reivindicaron una Rusia sin homosexuales y dijeron que el principal objetivo de su procesión fluvial es fomentar un tipo de educación que eleve en los jóvenes el sentido patriótico.


El sábado por la noche, una embarcación similar fue fletada por los participantes en una fiesta gay. Las aguas del Moskova parece que son el único lugar en donde los homosexuales rusos pueden sentirse más o menos seguros. Al menos por ahora. Desde comienzos de mes, militantes de organizaciones ultras patrullan las calles de la capital para impedir que los gays se citen en lugares públicos.


Por eso, tras enterarse de lo sucedido en la víspera, los activistas ortodoxos se apresuraron a lanzar una severa advertencia. El barco utilizado ayer en la travesía fue adornado con estandartes eclesiásticos, iconos y banderas de la Rusia zarista. «Las aguas han sido ensuciadas por los sodomitas que el sábado se pasearon por el río y hemos decidido purificarlas», declaró Yuri Águeshev, uno de los organizadores del acto.


«Dios está con nosotros»

«Somos rusos, Dios está con nosotros», decía una enorme pancarta colocada sobre la cubierta. Según Águeshev, «nuestra gran capital ortodoxa está sumida en un vacío espiritual y sometida a la agresión ideológica de Occidente». «Hemos querido mostrar que los ideales morales y espirituales del pueblo ruso están todavía vivos», afirmó. A la procesión se unieron ortodoxos serbios y el diputado ultranacionalista ruso Nikolái Kurianóvich.


También en el marco de la actual campaña que contra la homosexualidad están llevando a cabo militantes ortodoxos, el 16 de junio en la capital ucraniana, se produjo un intento fallido de boicotear el concierto benéfico contra el sida que ofreció Elton John. Llegaron a decir que los responsables de la propagación de la enfermedad en el planeta son los homosexuales.


El 27 de mayo de 2006, en día del aniversario cuando en Rusia fue abolida la legislación que castigaba la homosexualidad con penas de cárcel, se intentó organizar la primera marcha del orgullo gay, pero fue prohibida y acabó disuelta por la Policía. El mes pasado fue aún peor. A los antidisturbios se unieron grupos neonazis que apalearon sin contemplaciones a los manifestantes. Se practicaron numerosas detenciones, pero no de los agresores. El eurodiputado Marco Capato y el legislador alemán de los Verdes, Volker Beck, fueron algunos de los arrestados.


El alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, calificó recientemente de «satánicas» las marchas del orgullo gay mientras el presidente Putin dio a entender que un país en declive demográfico como Rusia no puede fomentar la homosexualidad.

> Berria: Homofobia > RUSIA: PARA VLADIMIR PUTIN LA HOMOSEXUALIDAD ESTA MEDIATIZADA POR EL PROBLEMA DEMOGRAFICO

  • «Yo mismo me iré, no se apresuren»
  • El País, 2007-02-02 # P. B. – Moscú – 02/02/2007

«¿Acaso quieren echarme antes de tiempo? Yo mismo me iré, no se apresuren». Vladímir Putin contestaba ayer así a una de las muchas preguntas que le fueron formuladas sobre su sucesión el año próximo cuando concluya el segundo de sus dos mandatos de cuatro años al frente del país.

El tema del «relevo» en el Kremlin o el «problema del año 2008», como le llaman algunos, fue el más reiterado en la rueda de prensa anual del presidente, que esta vez batió todos los récords: participaron más de 1.000 periodistas, sobre todo de provincias, y duró más de tres horas y media, durante las cuales Putin respondió a 69 preguntas. La cita fue un verdadero espectáculo de lujo para un solo actor. Para los otros participantes, sin embargo, estuvo precedida de un cúmulo de incomodidades, incluida una larga espera a la intemperie a varios grados bajo cero, y un concienzudo registro por parte del servicio de seguridad del Kremlin.

«No me den la lata», fue otra de las expresiones de Putin cuando le preguntaron por enésima vez cómo se veía a sí mismo tras el traspaso de poder. «¿Qué cómo me veo? Me veo como una persona, en primer lugar». La gama de temas sobre los que se expresó el presidente fue desde su estado de ánimo, a los partidos políticos. Para combatir su mal humor, Putin dijo consultar con su perro Coni, o leer un libro del poeta persa Omar Jayán, que le regaló su esposa.

Su opinión sobre las minorías sexuales está mediatizada por el «problema demográfico» de Rusia, según una vaga respuesta a una pregunta sobre unas declaraciones del alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, quien había calificado la posible celebración de una marcha gay en la capital rusa como «una obra de Satán». Putin dijo, sin embargo, que respetaba la «libertad individual en todas sus manifestaciones» y se opuso al sistema de cuotas para incrementar la escasa participación femenina en la vida política rusa, al considerar que éstas suponen una forma de discriminación sexual.

El presidente se mostró más bien favorable al proyecto Gazprom City para construir una torre de 400 metros de altura en San Petersburgo, su ciudad natal. En San Petersburgo, según dijo, hace falta «aire fresco» y algún centro que empuje el desarrollo económico. Opinó también que su generación no había construido nada en la ciudad.